viernes, 11 de mayo de 2007

Islas

Siento una terrible compulsión a quitarme las vendas. De la escritura parra que mal cobija . De los predicamentos de la urbanidad. De los efímeros goces de la pregnancia. Saltar en patas. Correr en bolas .
Por los campos que se ondulan al pisarlos, pompas de jabón inalcanzables ,duendes aviesos , elusiones de control remoto.
Y de un silencio no buscado , la pregunta rutilante
Primer huevo de la mañana.
¿DÓNDE? ¿CUÁNDO? ¿NUNCA? ...

Desearía que estuvieras aquí.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero si se acaba de ir, querido!

Selva Dipasquale dijo...

Nadar en bolas también está bueno.

Tu "Primer huevo de la mañana" me hizo acordar a este poema de Marosa Di Giorgio:

"Puse un huevo, blanco, puro, brillante; parecía una estrella ovalada. Ya, con intervalo de años, había dado otro, celeste, y otro, de color de rosa; pero, éste era puro, blanco, brillante, y el más bello. Lo coloqué en una taza, con una mano arriba, para no se le fuera el brillo; lo mimé con discreción, con cierta indiferencia. Las mujeres quedaron envidiosas, insidiosas; me criticaban; ostensivamente, se cubrían los hombros, y se alargaron los vestidos.
Proseguí, impertérrita.
No puedo decir qué salió del huevo porque no lo sé; pero, sea lo que sea, aún me sigue; su sombra, filial y dulce, se abate sobre mí.

Livio dijo...

Lavi : Siempre tan críptica ud .

Selva: Sí. Parece menos peligroso que correr en bolas.
De todas formas tratemos de disociarlo del primer huevo de la mañana.
Gracias por traer el poema de Marosa, uno escribe cualquier verdura acá ,como dejando el pastito para que vengan los reyes y le dejen algo.

Anónimo dijo...

Querés que lo aclare?